miércoles, 30 de enero de 2008

Abría los ojos rápidamente. Un ruido en el primer piso me despertaba. Alguien caminaba abajo, vidrios, respiración.
"ok, o corro donde Jorge o corro donde mi mamá"
Pero antes de lograr salir de mi cuarto a oscuras alguien me sujetaba firmemente por los brazos y me tapaba la boca.
"ay no ay no!"
-Catita, tranquila no más. Alguien entró a su casa mija, y tiene que avisarle a su mamá. Mire acompáñeme pa que vea como dejaron abajo.
Era el maestro quien me hablaba.
Bajaba muerta de miedo, obvio que no confiaba en lo que acababa de decir.
El local estaba abierto, con la puerta de vidrio desencajada. Estaba todo desordenado y la alarma claramente no había sonado.
-Lléveme donde su mami para ver que hacemos Catita.
Subía lentamente la escalera, algo me inquietaba.
Al llegar donde mi mamá que dormía tranquilamente, la despertaba y entre asustada e ida me escuchaba.
-Pero ¿cómo es posible que esto haya sucedido y nosotros no lo hubiéremos notado?
-No se mamá.
El maestro tenía cara de trastornado, le sudaba la cara como si lo estuvieran mojando con litros de agua. Y su boca estaba chueca.
Mi mamá percibía el miedo que de a poco crecía en mi.
En un momento de locura y desesperación tomaba una tijera grandes y plateadas y lo atacaba.
Pero él era mucho más fuerte que yo y me quitaba la tijera, la ponía en mi espalda enterrándola de a poco y me mantenía frente a él, mirándolo.
La única forma de evitar que siguiera sucediendo era poner mis dedos de tope, y lo hacía con todo el dolor de mi alma. Sentía mi sangre tibia como corría por mi piel.
Y llegaba Jorge y me ayudaba a sacarme a ese estúpido de encima, mientras mi mamá lo pateaba en el suelo.
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-Debes esconderme, sino llegará ella y nos alejará, ¿es eso lo que quieres? Te miraba desesperada, llorando aterrada.
-No Vaca, obvio que no, busquemos un lugar.
Roperos estúpidos, todos demasiado pequeños como para ser un buen escondite.
Mi abuela paseaba y hablaba demasiado fuerte, eso atraería a mi madre que me seguía los pasos como un sabueso.
-Aquí Vaca, jamás buscará aquí
Apuntabas un traje de novia mojado que guardabas en un rincón. Era blanco con ribetes celestes.
Me lo colocaba, estaba muy helado y trataba de cubrirme la cara con el velo.
Llegaba mi madre, desesperada a buscarme, parecía una orate.
-¿Donde está? Tienes que entregármela, uds no pueden estar juntos.
-No la he visto hace días, tía.
Y buscaba en los cajones, en las cajas, entre tu ropa, tras las plantas, bajo la mesa... Y veía como una gota resbalaba por un pie blanco, el mío.
Tocaba tiritando mi pie y luego trataba de tirar del velo.
Yo lo tenía firme y le costaba mucho sacarlo
-JORGE!!!!!! AYÚDAMEEEE!!!!
"si me dejarás ahora, no lucharía más"
-Tía, por fa no lo haga.

jueves, 24 de enero de 2008

Madrugada del 22
En una especie de cementerio había muchas puertas, todas sucias y demasiado antiguas. Pero estas puertas no eran de muertos, sino de vivos. Daban a casas de gente común.
Si paso la mano por un vidrio sucio y saco el polvo podía ver el interior de una de estas casas. Que por cierto eran engañadoras, a pesar de estar las puertas muy pegadas por dentro eran amplias y no parecían contiguas.
La que miraba tenía un reloj de péndulo muy viejo que aun daba la hora. Y un repostero primorosamente decorado.
Pero todo estaba cubierto con polvo y telarañas.

Hoy.
Estaba encerrada en una burbuja inconsciente. Y creo que me tratabas de despertar pero no lo permitía.

miércoles, 16 de enero de 2008

Estaba en tu auto, manejabas con tus gafas negras, tu barba de algunos días. Sentía algo de tensión en el aire obviamente no estaba cómoda allí, sabía que debía bajar del auto.
-Vamos al cine, te tinca el parque arauco?
-Como quieras
Estaba desinteresada, aun no entendía como había llegado a esta situación. Por la ventana miraba y veía a 3 peatones 3 lindas niñas rubias, y les miraba su cabello tan perfecto. Ah pero no se puede confiar en ustedes.
Bajábamos a tomar helado... Y me sentía tan enojada y luego, al cine.

miércoles, 9 de enero de 2008

Un beso
La piel se marchitaba
Un mordisco
Arrugas y café

domingo, 6 de enero de 2008

Ay no... mi pierna izquierda junto con mi pie lucen terrible. Las uñas están gruesas y amarillentas, la piel escamosa, seca y gruesa. Si presiono es como un globo con agua. De todos modos aun puedo caminar, con mucho cuidado.
Hasta el codo del brazo izquierdo tengo lo mismo. Veo la piel muerta de cerca y es vomitiba. Es mi piel pero está muerta, es una piel agotada, gastada. Dura al tacto, callosa y escamosa. Me cuesta mover los dedos, ya no puedo escribir.
Mi ánimo no anda muy bien, me siento cansada de la nada y no deseo ni levantarme.
Un día le conté a mi mamá lo que me ocurría pero dijo que exageraba, que seguramente era alergia y pasaría.
Finalmente viendo que mi situación empeoraba, decidí llamar a Consalud para pedir una hora con algún dermatólogo. Me dijeron que en 10 días tendría hora y pedí que si era posible alguien me asesorara por teléfono.
Cuando le di los síntomas al doctor me dijo:
-Toca tu lado izquierdo sobre la pelvis
Al hacerlo dolía como una punzada muy fuerte
-Duele bastante
-Lamento informarte que al parecer necesitarás un transplante urgente de riñón. Claramente tu riñón izquierdo ya no funciona y por eso tu piel está así.
Obviamente me desanimaba sobremanera por esta fatídica noticia. Si no me transplantaba luego, moriría.
Algunos días después me encontraba con la Kaky, quien ratificaba el diagnóstico.
-Pucha Cata en serio no sabes cuanto lo siento
Y pasaba el tiempo y yo aun no sabía ni decidía que hacer...

miércoles, 2 de enero de 2008

No hay que ayudar

Si se calla el cantor...

No debemos ayudar

Si se calla el cantor... calla la vida

No

Si se calla el cantor... calla la vida... porque la vida, la vida misma es todo un canto

domingo, 23 de diciembre de 2007

Rompí hace unos días el enchufe de la aspiradora. Obviamente no lo comenté con nadie. Mi nana lo conectó y comenzó a salir mucho humo, trate de ayudarla, pero no encontraba el enchufe, todo había desaparecido en la pared. Trataba de meter la mano y me electrocutaba muy levemente. Que desesperación, el humo aumentaba y el calor también. Ya veía el fuego consumiendo mi casa de madera y todo por no decir que la aspiradora tenía el enchufe malo.
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En la noche me di cuenta que la Ofelia estaba rara, más grande y muy desagradable, digamos que agresiva. Pero mirando bien, descubría que esa supuesta cuy no era mi Ofelia, de hecho la real estaba en su casita, tiritando de miedo. La otra había nacido allí, en la jaula, entre la viruta, la caca, la comida y el agua. Y atacaba a mi Popo cada vez que yo me daba vuelta.
Metí la mano con un guante, rescataba a mi cuya y la dejaba a salvo. Mientras la otra, la malvada, el lado B de mi cuya trataba de escapar, la agarraba de las patas, y era como un hamster gigante. Decidía que lo mejor era matarla y rápido porque no desistía en su afán de morderme. Su mirada era demoniaca.
La llevaba a la cocina y la Ofe me seguía
"Popo, no me sigas no quiero que veas esto"
Y la Popo se escondía bajo la cama de mi mamá.
Metía a la malvada en una bolsa y le echaba un producto químico para la cocina, no me atrevía a matarla con un cuchillo.
Este producto caía en su carita de roedor y en uno de sus ojos. La miraba y su ojo se hinchaba y ponía blanco, y su nariz estaba irritada. Moriría en cualquier momento. Me miraba con pena, con dolor, y yo pensaba que era terrible lo que hacia, pero que debía hacerlo, sino jamás dejaría tranquila a mi cuy. Y en ese instante tenía la peor duda de todas. Se parecía tanto a la Ofelia, era igual a ella. ¿No sería ella?
Y justo llegaba Cthulhu, también con su ojo derecho en blanco, a punto de reventar.